"Esa noche fuimos a una fiesta en una casa que se estaba por demoler. Todas insistieron en que invitara a Madonna. Él aceptó sin dudarlo. Llegó puntual y nos llevó a las cuatro en su auto. Me sentí una hija durante ese viaje. Apenas entramos a la fiesta, cada una se dispersó por toda la casa. Madonna me llevó de la mano a la terraza y nos quedamos mirando la ciudad, una pequeña pared nos sostenía y, frente a nosotros, las luces de las casas se iban apagando. La terraza se llenó de gente de golpe, las charlas se mezclaban con la música y hacían un bloque sonoro que me dejaba ciega. Dos chicos con chupetines se acercaron y le pidieron una selfie a Madonna, aproveché y le dije que me iba al baño. Atravesé la terraza con dificultad pasando entre un cuerpo y otro.

La música en la parte de abajo sonaba más fuerte que arriba, nosotras bailamos dando saltos entre celulares que iluminaban lo que parecía ser un comedor. Madonna apareció de la nada y me besó sosteniéndome la cara con las dos manos, me besó como si mi boca no estuviera ahí. Me sentí una pared. Terminó su beso y, así como llegó, desapareció. Las chicas me miraban como si hubiéramos ganado un partido de fútbol. Ellas querían sacarse una foto y, para mí, estar con él empezaba a sentirse como ser el marco de un cuadro."

144 páginas

20 x 14 cm

Rústica

Ningún lugar más que acá - Jazmín Carballo

$15.000
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"Esa noche fuimos a una fiesta en una casa que se estaba por demoler. Todas insistieron en que invitara a Madonna. Él aceptó sin dudarlo. Llegó puntual y nos llevó a las cuatro en su auto. Me sentí una hija durante ese viaje. Apenas entramos a la fiesta, cada una se dispersó por toda la casa. Madonna me llevó de la mano a la terraza y nos quedamos mirando la ciudad, una pequeña pared nos sostenía y, frente a nosotros, las luces de las casas se iban apagando. La terraza se llenó de gente de golpe, las charlas se mezclaban con la música y hacían un bloque sonoro que me dejaba ciega. Dos chicos con chupetines se acercaron y le pidieron una selfie a Madonna, aproveché y le dije que me iba al baño. Atravesé la terraza con dificultad pasando entre un cuerpo y otro.

La música en la parte de abajo sonaba más fuerte que arriba, nosotras bailamos dando saltos entre celulares que iluminaban lo que parecía ser un comedor. Madonna apareció de la nada y me besó sosteniéndome la cara con las dos manos, me besó como si mi boca no estuviera ahí. Me sentí una pared. Terminó su beso y, así como llegó, desapareció. Las chicas me miraban como si hubiéramos ganado un partido de fútbol. Ellas querían sacarse una foto y, para mí, estar con él empezaba a sentirse como ser el marco de un cuadro."

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20 x 14 cm

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